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Las Flores de Bach y el cambio sutil. 

Por Claudia Belou

 

Muchas veces nos preguntamos cómo cambiar estructuras que están metidas muy dentro, siendo que las hemos llevado toda la vida con nosotros.

 

Ni siquiera deseándolo, logramos sacarlas. Queremos romper con mandatos, cortar de cuajo con comportamientos que nos molestan, pero sin querer, una y otra vez volvemos a repetir los mismos errores, y a obtener los mismos resultados que no condicen con nuestra esencia.

Podríamos comparar esta situación a una goma de mascar que queda adherida a nuestra ropa: no es la ropa y sin embargo es tan difícil liberarse de ella para que la vestimenta vuelva a lucir como era.

Las flores de Bach vienen en nuestro auxilio en esos momentos, ya que nos permiten liberar, una a una y muy sutilmente, aquellas pautas de comportamiento o pensamiento que en algún punto del recorrido del camino de la vida hemos hecho propias, sin que en realidad lo sean. En definitiva, estas han afectado nuestra vida de un modo mucho más fuerte del que creemos porque nos hacen actuar en función de lo aprendido, de lo heredado, de las creencias, mas nunca en concordancia con lo que somos. Nos perdemos en nosotros mismos, sin reconocerlo y sin saber como recuperar nuestra armonía. La consecuencia: logramos enfermar el cuerpo y provocar circunstancias que nos hagan más difícil aún el momento presente.

Limpiando muy sutilmente una a una las capas de emociones negativas que nos llevan a ese punto, las flores de Bach van haciendo un proceso que en la mayoría de los casos es espontáneo e inconsciente, pues quien las toma incluso puede no percibir efecto alguno, hasta que de pronto, después de tres o cuatro frascos, comprende simplemente que algo ha cambiado.

Suelo escuchar entre quienes me consultan frases como: “No sé si me han hecho algo las florales, pero eso sí, estoy más tranquilo”, “...tengo más fuerzas” “...más ganas de hacer cosas”, “...estoy más sereno”, “...descanso mejor de noche”, etc. Esto da la pauta de que si bien los efectos pueden no ser demasiado obvios a simple vista, más allá de las expectativas de cada uno pone en el tratamiento, las flores están actuando suavemente desde muy adentro produciendo los cambios necesarios para que la persona vuelva a su centro.

Todo lo que vamos modificando gracias a las flores de Bach, se limpia, desaparece. Posteriormente podemos generar comportamientos similares en situaciones parecidas, pero lo que hemos sacado ya no vuelve a aparecer. Siempre será diferente: otras sensaciones, otro comportamiento y aunque nos parezca que tal vez hemos retrocedido, notaremos que el estado es más leve y de más corta duración después de haberlo trabajado anteriormente con la floral correspondiente. Esta es por tanto la reponsabilidad de quien prescribe las florales, encontrar entre las 38 que componen el sistema, aquellas que son más adecuadas para el momento presente del consultante. En una palabra, para los estados predominantes del momento que están afectando a la persona, impidiéndole estar en armonía.

El Dr. Edward Bach decía que sólo lograremos vencer la enfermedad si seguimos los dictados de nuestra propia alma; esto significa manejarnos respetando la Unidad a la que pertenecemos: alma y personalidad deben coincidir en una sola dirección para que toda nuestra vida se llene de goce, y podamos disfrutarla en plenitud.

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